Por Danay Galletti Hernandez
México, 9 oct (Prensa Latina) Café La Habana, ubicado en la esquina de las calles de Morelos y Bucareli en Ciudad de México, trascendió como el espacio de confluencia del médico argentino Ernesto Guevara y el líder cubano Fidel Castro.
De acuerdo con no pocos testimonios de la época, en la barra del icónico espacio, situado en la colonia Juárez, los revolucionarios planearon disimiles estrategias para el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, entre ellas, la expedición de una embarcación, conocida más tarde como Granma.
El decorado de ese establecimiento, testigo de la política, intelectualidad y vida social de la nación azteca, recuerda sus momentos fundacionales en la década de 1950 y sitios de la capital cubana como el Faro del Morro, una vista panorámica de la barriada del Vedado, el Palacio Presidencial y el Capitolio.
«Según testimonios de la época su primer dueño era un español que trabajaba en un restaurante en Cuba. Inspirado en la arquitectura, idiosincrasia y costumbres de la isla transformó este lugar, dedicado a la venta de materiales de construcción, y fundó el café en 1952», aseguró a Prensa Latina su gerente Luis Enrique Camacho.
De acuerdo con los camareros, uno de sus platos más emblemáticos: la torta cubana, resultó de la invención y mezcla de ingredientes del propio Fidel y, básicamente, es la incorporación a dos piezas de pan de alimentos como pavo, jamón, salchicha, lomo, milanesa, varios tipos de queso y algunos condimentos más.
Las leyendas vinculadas a ese escenario mexicano reflejan cómo el futuro dirigente de la mayor de las Antillas, el Che y otros revolucionarios bebían café, discutían y planeaban el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, con métodos ideados por los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
«De acuerdo con referencias de aquellos años, muy cerca estaba el almacén que les facilitó el armamento para irse a Cuba. La mayoría de nuestros visitantes vienen atraídos por las huellas de la presencia aquí de Fidel y el Che, sumado a la gastronomía y la música del país antillano», afirmó Camacho.
Café La Habana fue también sitio de confluencia de personalidades como el escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez: «dicen que terminó de escribir aquí Cien Años de Soledad y gritó de emoción y el mexicano Octavio Paz concluyó su texto Libertad bajo palabra», indicó el gerente.
¿Cuándo llegan Fidel y el Che a México?
El joven Ernesto Guevara llegó a México proveniente de Guatemala en 1954 y allí trabajó como fotógrafo en las zonas turísticas del centro capitalino, corresponsal de la Agencia Latina, ayudante en el Hospital General y profesor adjunto en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma.
Tras permanecer preso casi dos años en la prisión de Isla de Pinos y con 29 años de edad, Fidel Castro arribó a Mérida el 7 julio de 1955 en el avión DC-6, luego pasó por Campeche, Veracruz y viajó en autobús a la capital azteca donde lo esperaban varios de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
En el libro Cien horas con Fidel, de la autoría del intelectual y periodista español Ignacio Ramonet y publicado en 2006, el líder recordó que uno de los primeros en salir para la nación norteña es su hermano Raúl Castro y cómo encontraron al médico argentino.
«Va para México y allí conoce al Che por intermedio de nuestros compañeros que ya estaban allí. Bueno, aún no era el Che, era Ernesto Guevara, pero como los argentinos le dicen a los demás ÂíChe!, los cubanos empezaron entonces a llamarlo a él Che (…) Él tiene la simpatía de la gente (…)».
En las conversaciones con Ramonet, resaltó también la sencillez, compañerismo, originalidad y virtudes del guerrillero suramericano a quien vio por primera vez en casa de María Antonia González, anfitriona de la emigración revolucionaria y residente en José de Emparán 49, en la colonia Tabacalera.
Ya por aquellos días, ella ostentaba la condición de emigrante familiar tras formalizar su relación con el luchador Dick Medrano y, aunque inicialmente, seguía a su esposo a las giras por países del norte y centro de América, la llegada de su hermano Isidoro procedente de Cuba determinó su permanencia en esa dirección.
¿Qué hicieron los revolucionarios en el país azteca?
Varios integrantes del Movimiento 26 de julio, constituido también en 1955, fueron detenidos, entregados a la Dirección Federal de Seguridad y secuestrados durante seis días, si bien finalmente salieron en libertad gracias a la intervención del expresidente mexicano Lázaro Cárdenas.
Las montañas de Ayotzingo, en el municipio de Chalco devinieron en el centro de entrenamiento para los revolucionarios, pues desde el punto de vista geográfico era similar a la Sierra Maestra ※cadena montañosa en la región suroriental de Cuba※, uno de los lugares seleccionados para la guerra contra la dictadura de Batista.
En el libro de Ramonet, Fidel menciona cómo el Che también estudia y practica pese a que su incorporación fue como médico de la tropa y padecía de asma: » (…) él todos los fines de semana trataba de subir el Popocatépetl (…) Preparaba su equipo, iniciaba el ascenso, hacía un enorme esfuerzo y no llegaba a la cima».
No logró subir nunca a la cúspide, pero lo intentaba una y otra vez, de ahí que para sus compañeros fue muestra del carácter, la fortaleza espiritual, la constancia y voluntad del también nombrado como Guerrillero Heroico, explicó a Prensa Latina, la doctora en ciencias María del Carmen Ariet.
«En no pocas ocasiones, el dirigente de la isla habló de su lealtad, del ser humano extraordinario, el hombre de elevada cultura, gran inteligencia y cualidades militares», argumentó la coordinadora académica del Centro Ernesto Che Guevara en La Habana.
La historia también recoge como el mexicano Antonio del Conde le vendió a Fidel el yate Granma, embarcación que trasladaría a los 82 hombres hacia Cuba desde su partida por Veracruz el 25 de noviembre de 1956 hasta su arribo el 2 de diciembre por la costa suroriental de Las Coloradas, en Granma.